OPINION: César Augusto Canó Fortuna
Fue una personalidad versátil, íntegra, de principios firmes, alta sensibilidad social y espíritu revolucionario, tan respetado, admirado y querido que no sólo una calle de Santo Domingo lleva su nombre. La principal avenida de Las Matas de Farfán, donde vino al mundo, el puente que conecta la provincia Elías Piña con su pueblo natal y una vía de San Juan de la Maguana rinden tributo a su memoria.
El licenciado César Augusto Canó Fortuna, primer Contador Público Autorizado que tuvo la República, fue maestro, periodista, historiador, economista, escritor, agrónomo y sociólogo que pese a haber ocupado funciones en el trujillato no fue sumiso a la dictadura.
Después fue antibalaguerista y aunque reconoció méritos y virtudes en el ex presidente, se negó a colaborar con sus Gobiernos.
Dotado de excepcional cultura, fue niño prodigio que ya escribía y leía a los cuatro años de edad, tal vez influenciado por la intelectualidad de su padre que era también escritor, periodista y cuentista, y a que su madre, que lo alfabetizó, era Maestra Normal de Segunda Enseñanza.
El viejo horacista, que fue electo diputado en 1962 por el Partido Nacionalista Revolucionario que dirigía Miguel Ángel Ramírez, y que entabló estrecha amistad con José Francisco Peña Gómez después que plasmó en un libro los orígenes del ex líder máximo del Partido Revolucionario Dominicano, fue un trabajador consumado que sólo sacaba tiempo de sus tareas cotidianas para dedicarse al estudio y ejercitar el organismo con largas caminatas.
La muerte le sorprendió activo en la función de contable de la Joyería Di Carlo, a los 92 años. Aunque sufrió pequeños sucesivos infartos, se fue de este mundo en pleno conocimiento.
El sacerdote Ricardo Santelises, que lo visitó en el lecho postrero, alabó su lucidez y estado físico y Canó Fortuna le respondió: “No, padre, me estoy muriendo”.
Para Augusto César, Hilda Lourdes y Luisa Aurelia Canó González, tres de los hijos del ilustre hombre público, el mayor legado de su progenitor ha sido, aparte de la educación ejemplar que se preocupó en ofrecerles, su entrega al trabajo y su proceder incorruptible.
“Era un padre magnífico, extraordinario, hemos seguido la forma en que nos condujo, cómo comportarnos en las funciones públicas. Nos aconsejaba que no debíamos aceptar dinero de nadie, como nunca aceptamos. Fui fiscal del Distrito cuatro años y salí con el capital con que entré”, manifiesta el conocido abogado y político, que admiraba en su padre “el deseo de ayudar, de resolver problemas” y su carácter revolucionario, dice mientras muestra la foto de Canó Fortuna al lado de Francisco Alberto Caamaño, en la revolución de abril en la que participó armado de escopeta.
Luisa Aurelia comenta que el único matero honrado con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella, “siempre se preocupó por nosotros, su cariño, su forma de tratarnos eran especiales, aunque era estricto en la formación que nos dio.
Se preocupó por el bienestar de sus hijos hasta el último momento, nos trataba como si aún estuviéramos pequeños”.
Vivió en San Lázaro, San Carlos, Ciudad Nueva, San Juan Bosco y El Millón, en la antigua calle Reforma Agraria que hoy justamente lleva su nombre.
La calle
Por resolución del Ayuntamiento del Distrito Nacional de fecha cinco de marzo de 1998, la antigua calle Reforma Agraria de la urbanización El Millón, fue designada “Licdo. César Augusto Canó Fortuna”. Comienza en la “Doctor Fernando Defillo” y se extiende hasta la Palacio de los Deportes.
César Augusto Canó Fortuna
Nació en Las Matas de Farfán el 11 de noviembre de 1901, hijo de Pedro Tomás Canó Soñé y Carolina Fortuna. A los once años de edad ya había cursado todos los estudios que se enseñaban entonces en la localidad por lo cual fue a vivir a Puerto Príncipe junto a su madre, donde la enseñanza no pasó del límite de lo aprendido y sólo aprovechó el idioma y algunos rudimentos de aquella cultura.
Regresó a Las Matas donde completó los estudios primarios con el profesor Damién Ortiz.
A los 16 años empezó a trabajar como conserje del Distrito Escolar Número Seis y ya a los 19 era nombrado director de una escuela rural rudimentaria y luego profesor de la Escuela Graduada.
En 1943 se trasladó a Santo Domingo donde ejerció el magisterio en varios institutos comerciales, a la vez que fue, sucesivamente, Contador e Inspector en la Contraloría General de la República, Jefe de la División de Contabilidad General de la Contraloría, Auditor General de la Nación.
Egresado de la Escuela de Perito Contadores en 1954, obtuvo la licenciatura en agricultura en la Universidad Autónoma de Santo Domingo donde ganó por oposición la cátedra de moneda y banca. Estuvo más de medio siglo en labores docentes.
Casó con María Isolina Encarnación González con quien procreó seis hijos: Augusto César, Luisa Aurelia, Teresa Victoria, Francisco José, Hilda Lourdes e Irma. Teresa Victoria residente en el extranjero.
En el ejercicio privado como contador trabajó además en la Agencia Alcalá y con Atala Blandino y “Pachín” Zaglul, refieren sus hijos mientras muestran fotos, cartas, telegramas, libros y recortes de periódicos de su padre, reconocido por Antonio Guzmán, Jacobo Majluta y por colegas contadores.
Don César Augusto Canó Fortuna fue editor de los periódicos “Patria Nueva” y “Luz y acción” y autor del libro “Las Matas de Farfán, pasado y presente”. Dejó inéditas dos obras, una sobre sociología y otra en torno a la agricultura.
Cuando falleció, el tres de noviembre de 1993, el doctor José Francisco Peña Gómez, quien pronunció el panegírico, dijo que don César era uno de los hombres más destacados de la región Sur, lo describió fuerte, mentalmente alerta, con una memoria de adolescente, como “un portento de vitalidad física y mental, pero con la tranquilidad y el aplomo de los seres humanos que han vivido conforme a las leyes de Dios y que entregan su alma con toda serenidad”.
“Este hombre bondadoso con quien pasé largas horas escuchando sus lecciones de la sabiduría que da la experiencia, era un hombre excepcional… Donde quiera que se nombre Las Matas de Farfán surgirá el recuerdo inmortal de su ilustre hijo César Augusto Canó Fortuna, maestro de maestros”, concluyó.
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