EDITORIAL: Doña Rosa
Fallece a los 82 años Rosa Gómez de Mejía, exprimera dama de República Dominicana
Doña Rosa, así sin más, sin necesidad de apellido, fue una primera dama particularmente querida. Nunca pretendió otro honor que el de poder hacer una labor muy apropiada a su personalidad. Afable, inteligente, tenía en su familia el centro de su vida y esa vida le llevó a un papel en la sociedad y en la vida del país que probablemente no imaginaba ni había buscado.
Era fácil sentirse cómodo en su presencia. Discreta pero muy observadora, miraba directamente a los ojos y se entendía con su interlocutor con una sonrisa o con un gesto.
De una generación y una ciudad que valoraba la vida en los elementos simples de la cotidianidad y la tradición, acostumbrada a moverse por ambientes sociales diferentes, le gustaban las cosas sencillas y el calor de su entorno.
Desempeñó su función pública con tranquilidad, eficiencia y dirigida a ayudar en la medida de las posibilidades. Nunca pretendió para sus hijos la vida política que don Hipólito llevaba, pero podían contar con ella cien por cien si así lo decidían.
Una gran señora, una gran primera dama, una gran mujer.
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