Titulares

OPINIÓN: La resaca económica de las primarias

Por:Franklin Vásquez 
La lógica de los políticos, ya sean dominicanos o de otra parte del planeta, está fundamentada en la lucha por el poder, independientemente de lo que ocurra a su alrededor en los diferentes planos de funcionamiento de la sociedad. Así, tenemos a un “hombre burocrático, a decir de Weber, citado por Cleary (2011), el cual se define como “un personaje inserto en un sistema de dominación de alta legitimidad, ya que la autoridad política logra conseguir la obediencia voluntaria de los ciudadanos por la fuerza arrolladora del poder… o por el monopolio estatal de la coacción física”.

De su lado, Hans Kelsen hablaba de que, en esa lucha irrefrenable por el poder, se daba cita la naturaleza cruel del ser humano, el cual estaba guiado por dos instintos indestructibles: primero, utilizar a los demás para su propio beneficio y, segundo, el impulso por la posesión material. Para este autor, el problema de la búsqueda del poder radica en la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación social aun contra toda resistencia…”, es decir, el tema era el logro de la “dominación”, y encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos de toda clase.

Así, si la economía está creciendo o no, o si hay visos de que se incuba una crisis, es algo a lo que comúnmente no les prestan atención los políticos, pues para ellos cualquier cosa se puede resolver una vez se asuma el control del Gobierno del Estado. De hecho, a veces prefieren que la contienda electoral, sobre todo si se está en la oposición, esté precedida de una recesión, pues esto, a su juicio, podría darle ganancias de causa. Lo malo es cuando esta visión de la lucha por el poder se colectiviza, entonces se socializa una estructura mental casi diabólica.

El problema con todo lo anterior es que, también independientemente de lo que hacen los políticos en la búsqueda del poder, la realidad económica sobrepasa la declaración de intenciones, la voluntad individual y las aspiraciones de grupos. En efecto, si la tasa de cambio se sale de control, o si la inflación consigue la ruta ascendente fruto de la incapacidad de la política monetaria y de las situación internacional, no hay forma posible en que esto sea controlado solamente por los intereses políticos.

De la misma manera, si los ingresos tributarios son insuficientes para pagar la deuda pública y, al mismo tiempo, solventar el gasto público, no hay manera en que una decisión política borre los fundamentos económicos en los cuales se incubó esta situación que puede conducir a una crisis. La caída en el ritmo de expansión del producto bruto interno de un país tampoco se puede detener con declaraciones de intención.

En definitiva, los políticos dominicanos no se han dado cuenta de que, en esa lucha desenfrenada por el poder político, están dejando una resaca económica que amenaza por convertirse en una crisis de preocupante magnitud.

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