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Dilma Rousseff se defiende ante sus rivales en el senado: ‘No me silenciarán’

BRASILIA — La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, tomó la palabra este lunes en el Senado de Brasil y presentó su defensa en el juicio político en su contra. Era su última oportunidad para tratar de evitar su salida definitiva de la presidencia.

“No esperen de mí el silencio de los cobardes”, dijo Rousseff, de 68 años, al empezar su testimonio, lo que se entendió como un duro ataque a sus opositores.

También afirmó que es inocente de los cargos que le imputan —que manipuló el presupuesto federal para esconder la magnitud de los problemas económicos del país— y se describió como una víctima de una conspiración para sacarla del poder.

El voto que definirá el futuro de Rousseff podría suceder el martes o miércoles. Sus opositores necesitan obtener dos tercios del senado, o 54 votos, para sentenciarla.

Si Rousseff pierde la votación (el resultado más probable), Michel Temer, el presidente en funciones y anteriormente vicepresidente de Rousseff, asumiría el poder hasta el fin del mandato en 2018.


Al inicio de su testimonio, Dilma comparó su lucha con la de otros presidentes brasileños que también fueron asediados por sus opositores, incluyendo a João Goulart, un mandatario de izquierda que fue sacado del poder por un golpe militar en 1964 que allanó el camino para una dictadura de 21 años.

Rousseff también comparó el juicio político al sufrimiento que vivió en su juventud, cuando agentes de la dictadura la arrestaron por estar involucrada en un grupo guerrillero urbano. Fue torturada en varias ocasiones mientras estaba en prisión en los años setenta.

La presidenta afirmó que el juicio en su contra era un nuevo tipo de golpe y evocó la ruptura de la democracia brasileña en los años sesenta.

Como respuesta a la intervención de Rousseff, la senadora Ana Amélia Lemos, una opositora de la mandataria, expresó respeto por su historia personal pero insistió que Rousseff había actuado indebidamente al manipular el presupuesto federal.

“No estamos aquí para juzgar su biografía, solo las acciones indebidas cometidas en su gobierno”, dijo Lemos.

Rousseff sostuvo que ella no había hecho nada ilegal. En el senado, estuvo acompañada por aliados de izquierda, incluyendo al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y Francisco Buarque de Hollanda, un músico y escritor conocido como Chico Buarque.

“Si el contrato político con los ciudadanos se rompe, cualquier contrato se puede romper” dijo Rousseff y añadió que su salida del poder incrementaría los riesgos de invertir en un país donde los presidentes pueden ser destituidos con facilidad.

De los cuatro presidentes que ha tenido Brasil desde que se restableció la democracia en los años ochenta, ella es la segunda que enfrenta un juicio político. En 1992, Fernando Collor de Mello renunció antes de que el senado lo condenara por cargos de corrupción.

Collor de Mello logró un nuevo aire en política y ahora ocupa una curul en el senado, sin importar que está siendo investigado por acusaciones de haber recibido grandes sobornos en el escándalo de corrupción de Petrobras, la petrolera nacional.

Rousseff también destacó que sigue siendo una rareza entre los políticos de Brasil: ella no ha sido acusada de enriquecerse ilegalmente, en contraste a varios senadores que buscan sacarla del poder.

“Este proceso” dijo, “ha estado marcado, desde inicio a fin, por una apropiación indebida de poder”.