Titulares

Carta de una joven médico a Margarita Cedeño de Fernández

Resultado de imagen para margarita cedeñoLa arrogancia de esta señora no conoce  límites. Insinuar que los médicos no tienen derecho de exigir mejores condiciones y mejores salarios por la naturaleza de su trabajo es ser más que ignorante, imprudente.

Sin duda alguna, las huelgas por parte de trabajadores del área de salud conllevan un dilema ético que no necesariamente se encuentra en otras áreas de trabajo y para quien esté interesado en un análisis de ese dilema ético, les dejo estos artículos:

Ahora bien, el comentario de la señora Cedeño de Fernández ni siquiera empieza a abordar dicho dilema y es, para sorpresa de nadie, sumamente desafortunado. La falta de tacto político y social de esa señora es comparable solo con el grado de su irresponsabilidad. Aquí dejo una carta abierta que ojalá y llegue a sus manos.

Señora vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández:

En RD no hay un centro de salud público que esté en condiciones de trabajar. En las unidades de atención primaria no hay ni con qué diagnosticar esa infección de oído de la que usted habla tan cínicamente.

No quiera pretender que a usted le duele tanto la salud del pueblo dominicano. El sistema de salud de RD es una ilusión como todo el “progreso” de la era del PLD y usted muy bien lo sabe por haber sido parte de todos esos gobiernos que lo único que hacen es robarse el dinero del pueblo dominicano y cualquier esperanza que pueda tener el pueblo de salud. Así que no sea tan atrevida e insolente.

Con las condiciones de trabajo de los médicos en el país, no debería haber un solo médico en un hospital público ni en una UNAP. Carajo, pero los hay; por miles, que dejan el forro haciendo lo imposible para salvar vidas. Y los que salen del país a continuar su formación, como es mi caso, vivimos pensando en cómo “aplatanar” los conocimientos que adquirimos para ver si será posible ponerlos en practica con las precariedades que hay allá.

Y por si quiere alegar que usted no sabe lo que pasa en los hospitales en RD, déjeme y le cuento un pedacito de lo que yo viví cuando hacia mi internado: en el Cabral Y Báez (el único centro terciario de todo el norte del país) se va la luz en medio de las operaciones, en las salas de parto se usan fundas de basura para cubrir las camillas y si se va a hacer cesárea muchas pacientes tienen que comprar la ropa quirúrgica que se van a poner los doctores, en la emergencia de trauma hay 2 o 3 kits de suturas que hay que esterilizar en lo que un paciente se para y otro se sienta, imagínese como va eso en los fines de semana y días feriados que llegan los accidentados por docenas; pacientes que salen de un paro cardio-respiratorio después de resucitarlos en la emergencia se tienen que quedar ahí mismo a esperar el otro paro porque no hay cupo en cuidados intensivos. En la sala de urgencias del Arturo Gullón hay 3, 4 y hasta 5 niños por cama, te concentras en tomar los signos vitales de un paciente y cuando subes la cabeza ya ni sabes a quien viste y a quien no. Los niños que nacen en el Cabral a veces se ponen de a dos en las cunitas, y de a tres si no son muy gorditos, para mantenerlos a una temperatura adecuada hay que compartir unas lámparas más viejas que el gusto por el aguacate, y yo llegué a hacerle “pañales” de papel de colmado porque no había más nada. Y eso, que yo hice mi internado en Santiago, no quiero imaginarme lo que pasa en los pueblos más pequeños.

No señora vicepresidenta, la medicina no es un sacerdocio. Sí se requiere una vocación de servicio, pero créame que todo el que aguanta seis años de la escuela de medicina y cuatro o más años de residencia es porque definitivamente la tiene. Pero los médicos para poder atender un paciente necesitan mucho más que fe y la gracia de dios, necesitan equipos y condiciones mínimas, necesitan y se merecen horarios y salarios dignos.

O vaya usted y póngase en manos de un médico que haya trabajado más de 30 horas seguidas y que con el sueldito que gana, además de vivir tiene que comprarse todos sus propios equipos, libros, cursos, y hasta dejar algo para cuando le toque un paciente con la presión en 200 y que no tenga con qué comprar sus medicamentos. Vaya usted y póngase en manos de un médico que no tenga más nada que una biblia, y cuéntenos luego como le va.