Titulares

Haití define su futuro a la sombra de un golpista

Haití define su futuro a la sombra de un golpistaLas calles de Haití le han ganado hasta hoy la partida al presidente Michel Martelly, quien junto a los Estados Unidos y la comunidad internacional tenían una apuesta que consideraban segura, a que Jovenel Moïse, su candidato, sería el nuevo presidente del país.

Con su salida bajo completa humillación ante su país y la comunidad internacional el 7 de febrero, concluye un régimen que comenzó mal y que se caracterizó por el desorden administrativo, el boato y la degradación de la figura presidencial, bailador en tangas.

Moïse estaba supuesto a participar como el más votado en las elecciones del pasado 27 de diciembre que fueron pospuestas para el 24 de enero, y a su vez suspendidas “sine die” por la violencia callejera y la renuncia o salida de la mayoría del Comité de Elecciones.

Frente a Moïse está Jude Célestin, candidado de la Liga Alternativa por el Progreso y la Emancipación Haitiana (LAPEH), quien participó en las elecciones del año 2010 que fueron, al parecer, objeto de un sabotaje por Estados Unidos y la comunidad internacional.

Ello motivó que se proclamara a Martelly aunque no recibió la cantidad de votos que necesitaba. Martelly, imposibilitado de presentarse en las elecciones de primera vuelta en octubre pasado lanzó a Moïse por su partido llamado Tet-Kale.

A raíz de la publicación de los resultados de esas elecciones de primera vuelta se produjeron disturbios en Haití porque Moïse apareció en el recuento como el más votado. Uno de los candidatos más populares, Jean Charles Moïse, quedó en tercer lugar.

Jean Charles alentó la integración del G-8 un grupo de partidos de la oposición que ha mantenido su distancia de Martelly y su régimen. Algunos partidos del G-8 tienen relaciones con los ex presidentes Préval y Jean Bertrand Aristide.

La violencia estalló desde hace dos semanas en las ciudades haitianas porque el régimen de Martelly con una Comisión Electoral disminuida trató de imponer la segunda vuelta electoral el pasado 27 de diciembre y luego el pasado domingo, lo que no aceptaron los partidos políticos.

La solución del G-8
El Grupo G-8 ha propuesto una solución que pasa por la salida constitucional de Martelly el domingo 7 de febrero y la formación de un gobierno provisional encabezado por el presidente de la Corte Suprema, el vicepresidente o un magistrado anciano. El nuevo presidente nombraría un primer ministro en sustitución de Evans Paul, quien fuera designado vía decreto por Martelly el año pasado en momentos en que el Congreso había recesado. Paul dijo ayer a Le Nouvelliste: “el presidente entregará el poder el 7 de febrero”.

La oposición ha ganado un primer round frente al régimen y su propósito de forzar el triunfo de Jovenel Moïse, pero ahora se plantea si deben anularse las dos elecciones, primera y segunda vuelta y volver a cero, o solamente la complementaria.

Al derrotar las calles a Martelly, se le ha infligido un golpe también a su delfín Moïse, que en caso de un recuento minucioso de las actas electorales podría salir del primer lugar. Si se mantiene como el más votado, enfrentará a Celestin y parte o todo el G-8.

La aparente solución podría estar vinculada a la celebración de nuevas elecciones con el gobierno provisional y un nuevo Consejo Electoral en un período de cuatro a seis meses para la juramentación del nuevo presidente alrededor del mes de agosto

Jude Célestín gana como quiera. Hizo una campaña electoral sin mucha prensa y no fue al debate final por la televisión y radio de 7 candidatos antes de las elecciones de segunda vuelta. El fin de semana habló al diario dominicano Acento con una visión realista sobre las relaciones domínico-haitianas.

El télediol haitiano (rumor de boca en boca desde antes de las comunicaciones electrónicas) dice que a Célestin le ofrecieron  “todo el dinero del mundo” para que aceptara ir frente a Moïse en las elecciones fracasadas del domingo pasado.

Tres misiones a nivel de embajador enviadas por los Estados Unidos han fracasado en arreglar un entendimiento entre Martelly y los políticos opositores, por la falta de confianza y la creencia de que ese país trata a Haití como un muñeco de trapo.

El factor Guy Philippe
Sobre la crisis política surgió el pasado fin de semana la presencia de Guy Philippe, un antiguo oficial inferior de las Fuerzas Armadas de larga experiencia en travesuras, tenido como un malhechor y capo de las drogas perseguido por la DEA y Estados Unidos.

Philippe, que está “alzado” con uniforme y pocas armas en el Gran Anse y el sur de Haití, cuenta con los antiguos duvalieristas, con merodeadores y jóvenes que buscan la reinstauración del Ejército que fuera abolido por el entonces presidente Aristide en 1995.

El exsoldado fue entrenado en la Academia Eloy Alfaro, de Quito, Ecuador, y se refugió luego en República Dominicana para preparar el golpe contra el presidente Aristide, que se consumó con una invasión semanas antes del cambio de gobierno dominicano en 2004.

A raíz de ese complot se recordó que Philippe junto al ex oficial Louis Jodel Chamblaint vivían tranquilamente en Santo Domingo y hacían calistenia de entrenamiento en las aceras del parque del Este y el Faro a Colón sin que fueran molestados.

En un artículo que publicó a propósito de esos hechos el intelectual francés Thierry Meyssan dijo de lo ocurrido a Aristide: “los Estados Unidos de América y Francia se han reconciliado para defender sus intereses imperiales en el Caribe. De una manera muy inteligente han organizado el golpe de estado en Haití para derrocar al presidente Aristide, elegido democráticamente.

A Philippe, tenido en la época como un “golpista mercenario” capo de las drogas, se le recuerda por su consigna famosa “estamos listos para la guerra”, cuando fue derrocado en 2004 el presidente. Un alegato de Estados Unidos fue que Aristide era “padrino de la cocaína”.