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Dos fármacos genéricos reducen la mortalidad por cáncer de mama, según estudio

ArchivoDos nuevos estudios, ambos publicados en «The Lancet», sugieren que dos tipos diferentes de medicamentos, los inhibidores de la aromatasa y los bifosfonatos, pueden mejorar la supervivencia de las mujeres posmenopáusicas con cáncer de mama de inicio temprano. Su efecto, señalan los estudios, es mayor si se utilizan juntos, aumentando los beneficios además de que también disminuyen algunos efectos secundarios.

La mayoría de las mujeres desarrolla cáncer de mama después de la menopausia y si se detecta a tiempo, la cirugía puede eliminar toda la enfermedad detectable, pero es posible que permanezcan micrometástasis (pequeños tumores secundarios) peligrosas. Alrededor del 80% de los cánceres de mama es hormonodependiente (ER+), lo que significa que pueden ser estimulados por las propias hormonas del cuerpo, como los estrógenos. Algunos tratamientos hormonales pueden ayudar a proteger contra la recurrencia del cáncer de mama.

La mejor evidencia

Los dos estudios forman parte del Early Breast Cancer Collaborative Group (EBCTCG), un proyecto internacional creado hace 30 años por investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) cuyo objetivo es reunir cada cierto año toda la evidencia de los ensayos aleatorios sobre el tratamiento de cáncer de mama precoz. Los dos nuevos informes proporcionan la mejor evidencia hasta ahora sobre los efectos de inhibidores de la aromatasa y los bifosfonatos en mujeres posmenopáusicas con cáncer de mama de inicio temprano.

En el primero de ellos se reúne la evidencia obtenida a través del análisis de 30.000 mujeres posmenopáusicas de 9 ensayos aleatorizados, que muestran que un tratamiento con inhibidores de la aromatasa durante 5 años logra una mejor supervivencia que el tratamiento hormonal estándar (tamoxifeno) durante el mismo periodo de tiempo.

Los investigadores explican que, en comparación con el tamoxifeno, la terapia con inhibidores de la aromatasa redujo la probabilidad de que una reaparición del cáncer en alrededor de un tercio (30%), y el riesgo de morir por cáncer de mama en un 15% a los 10 años de haber iniciado el tratamiento. Los autores calculan que, en comparación con aquellas mujeres que no hubieran recibido ninguna terapia hormonal, el riesgo de morir de cáncer de mama para las mujeres que fueron tratadas con inhibidores de la aromatasa se reduciría en cerca de un 40% a los 10 años.

Según señala autor principal del estudio en un comunicado, Mitch Dowsett, del hospital Royal Marsden y el Instituto de Investigación del Cáncer de Londres, hemos demostrado que «el riesgo de las mujeres posmenopáusicas con la forma más común de fallecer a causa de cáncer de mama se redujo en un 40% gracias a la terapia con estos fármacos durante cinco años, una protección significativamente mayor a la ofrecida por el tamoxifeno». Dowsett considera que el impacto de los inhibidores de la aromatasa es «notable» dado lo específico de estos fármacos -eliminan solo la pequeña cantidad de estrógeno que permanece en circulación después de la menopausia- y debido a las diferencias moleculares extraordinarias entre los tumores ER+. Pero, advierte, el tratamiento con los inhibidor de la aromatasa no está libre de «efectos secundarios».

Casi 20.000 mujeres

El segundo estudio, que ha analizado los datos de 18.766 mujeres procedentes de 26 ensayos aleatorios, muestra que una terapia de 2-5 años con bifosfonatos, fármacos que generalmente se utilizan para tratar la osteoporosis, reduce el riesgo de cáncer de mama recurrente en mujeres postmenopáusicas y, además, extiende significativamente la supervivencia. Sin embargo, apunta también el informe, el tratamiento con bisfosfonatos parece tener poco efecto en las mujeres premenopáusicas.

Muchos cánceres de mama se extienden a los huesos. Se sabe que las células tumorales liberadas por un cáncer de mama primario pueden permanecer latentes en el hueso durante años antes de extenderse a otras partes del cuerpo. Y debido a que los bisfosfonatos alteran el microambiente del hueso, ello podría hacer que éste sea un lugar menos favorable para las células cancerosas y, por lo tanto, reducir así el riesgo de recurrencia del cáncer en el hueso y en otros órganos. Por separado, los ensayos clínicos con bifosfonatos en cáncer de mama precoz han mostrado resultados confusos, pero al analizar todos sus resultados en conjunto la información es mucho más precisa.

Así, los investigadores han visto que una terapia con estos fármacos entre 2 y 5 años lograba una reducción del 17% en la recurrencia de cáncer óseo. Sin embargo, los efectos son mejores en las mujeres posmenopáusicas: una disminución de la recurrencia de cáncer de hueso del 28% y del riesgo de morir por cáncer de mama de un 18% durante la primera década después del diagnóstico.

Además, el beneficio parece ser atribuible a cualquier el tipo de bifosfonato, a la duración del tratamiento, al tamaño tumor, a si se había extendido a los ganglios linfáticos o si era ER+ o ER-. Sin embargo, el tratamiento con bifosfonatos no redujo el riesgo de nuevos cánceres de mama en desarrollo en el seno opuesto.

Los bifosfonatos, explica el autor principal del estudio, Robert Coleman, de la Universidad de Sheffield, (Reino Unido), se utilizan para reducir la pérdida ósea y las fracturas en mujeres posmenopáusicas y las complicaciones óseas en pacientes con cáncer avanzado. Ahora, «nuestros resultados muestran que en mujeres posmenopáusicas pueden prevenir alrededor de 25% de las recurrencias óseas y una de cada seis de las muertes por cáncer de mama en los 10 años siguientes al inicio del tratamiento». En su opinión, se deberían considerar estos tratamientos simples y bien tolerados para su uso rutinario en el tratamiento de cáncer de mama temprano en mujeres postmenopausiacas.

En este sentido, añade Richard Gray, de la Universidad de Oxford, los dos estudios proporcionan muy buena evidencia de que estos dos medicamentos genéricos de bajo coste «pueden ayudar a reducir la mortalidad por cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas». Y recuerda que alrededor de dos tercios de todas las mujeres con cáncer de mama son posmenopáusicas con tumores hormonodependientes, por lo que podrían beneficiarse potencialmente de ambos fármacos.