Titulares

Con Doña Renée Klang se rompió el protocolo

Por: Praede Olivero
Doña René Clang, la eterna nivia y esposa del Presidente Don Antonio Guzmán Fernández, ha muerto físicamente, porque nadie podrá arrancar de la mente y el corazón de los dominicanos, su dulzura, sencillez, humanidad y don de gente.

La reacción de la nación, no deja dudas sobre el gran valor de esa gran mujer, aquilata el diamante humano que se nos ha ido. Todos los sectores, en especial los más humildes se han manifestado en la misma dirección.

Ella que había nacido en la patria de Bolivar, de origen francés y declarada francesa, pasó a ser dominicana por derecho al casarse con Don Antonio Guzmán Fernández, aunque ya antes le palpitaba el sentimiento patrió.

Creía Doña René que todos los seres humanos somos iguales, por eso ese trato distinguido al más rico, al poderoso, al de clase media, pero muy especialmente al más pobre, al desposeído, al desheredado de la fortuna de la fortuna.

Todos sabemos y la historia así lo consigna, que los niños eran su mayor debilidad, por eso forma CONANI, para proteger y ayudar a los niños, en especial esos niños de los que menos pueden. Ese término adquirió tal dimensión, que las parejas que tienen muchos niños el pueblo les dice que tienen un CONANI, asociado a la obra de Doña René.

Con ella, los cocinero del palacio de gobierno adquirieron una nueva dimensión, les daba el trato del igual, reían juntos y se atrevían a soltar la paila y el cucharón para salir a su encuentro, al disfrute de la sonrisa tierna y al abrazo, sin temor al regaño, ni a la represalía posterior de absolutamente nadie.

Esa mujer que gustaba de leer, como el más culto, que gustaba de ir de compra y hacer regalos, la que
no tenía un sueldo en el palacio y compartía el de su esposo que le daba la mitad, la que al recibir su pensión la entregó al albergue infantil, siguiendo su obra de bien, es la que se nos ha ido, provocando que broten lágrimas del alma de la patria.

Yo no pude votar el 16 de mayo del año 1978 por Don Antonio Guzmán Fernández, me tocaba hacerlo en la mesa electoral de la CDE en Azua, mi segunda patria chica, pero por la represión de la época y la decisión política de la izquierda en la que militaba, me trasladé a Barahona, tras 2 años de exilio interno, para ayudar a preparar la resistencia si sé violentaba la voluntad popular al extremo de no entregarse el poder, luego me cautivó parte del estilo de Don Antonio y todo el estilo de Doña René, reflexionando que debí darles el voto.

La mujer que con el alma destrozada vio partir a destiempo a su hijo Iván, al que aprendimos a querer en la UASD, a la que se le marchó el amor de su vida, Don Antonio, también a destiempo; pero que nunca sintió la soledad,  ni siquiera la soledad del poder, por la compañía de su pueblo, ahora se nos ha ido, dejando una inmensa sed dibujada en nuestros labios, que se irriga por todo el paladar dominicano.


Doña Rene ya está sentada con su amiga la Madre Tereza de Calcuta, su admirador y admirado Papa Juan Pablo II, el que admitió la sencillez de su vestimenta en su coronación, el que le concedió más de los 15 minutos asignados a los visitantes distinguidos y dignatorios, el que escuchó de sus labios parte de nuestra historia en particular la represión trujillista y nuestra religiosidad, el que le concedió y nos concedió el privilegio de ser el primer país que visitará, y se ha sentado directamente porque con Doña René Klang, en toda su existencia se rompió el protocolo.